<meta name='google-adsense-platform-account' content='ca-host-pub-1556223355139109'/> <meta name='google-adsense-platform-domain' content='blogspot.com'/> <!-- --><style type="text/css">@import url(https://www.blogger.com/static/v1/v-css/navbar/3334278262-classic.css); div.b-mobile {display:none;} </style> </head> <body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d3636345045422345982\x26blogName\x3dpaginasinombre\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLACK\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://paginasinombre.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://paginasinombre.blogspot.com/\x26vt\x3d8788721374864304919', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

miércoles, 30 de mayo de 2007

Había tomado la costumbre de dar forma a la plastilina antes de meterse en la cama. Cada noche creaba algo distinto y tras contemplarlo, dándole vida con sus ojos, los volvía a convertir en polvo para, con ese mismo polvo, construir una ilusión distinta la siguiente noche. Era como un ritual a seguir para poder conciliar el sueño. Aquellas noches en que llegaba cansado a su cuarto, tras tumbarse un rato sobre la playa, tenía que ponerse manos a la obra movido por una fuerza descontrolada que lo empujaba a hacer casi inconscientemente.
Sus muñecos de nieve fueron sus oraciones al arte. La creación era tan larga como su tiempo. Pero su tiempo ya vislumbraba la puerta del horizonte, su último pomo a girar. Su cuerpo ya empezaba a notar la carga de la vida. En esas noches, a veces, se quedaba en la playa. Cada vez sus manufacturados notaban más el retraso en tomar vida. Ya no se convertía el polvo en forma animada cada noche. La letanía se prolongaba cada vez más en el tiempo. Llegó a ser tal la desidia de sus manos que estaban casi oxidadas por el desuso.
Una noche, al llegar a casa de madrugada y cansado por el día, se tumbó sobre la cama y, con los ojos abiertos de par en par, empezó a notar cómo le recorría el cuerpo un cosquilleo, que iba aumentando en intensidad y hacía palpitar cada vez más rápido su corazón. Notó que la inspiración volvía a él pero también notó cómo su cuerpo era incapaz de ser movido por aquella anciana fuerza. En ese momento empezó a recordar cada una de sus obras, sus detalles, sus sueños, su crecimiento. Cuando hubo acabado de vidriar a cada uno de sus hijos, se sentó sobre la cama y se quedó allí durante un tiempo observando el terrón de plastilina que descansaba sobre su mesita. Cogió la plastilina en el regazo de sus manos y con ese gesto se le llenaron los ojos de lágrimas, tanto que un par de ellas acabó resbalando desde cada párpado de su cara hasta impactar contra la plastilina. Se sentía sin fuerzas para moldear el feto que sostenían sus manos. De repente empezó a sentir que sus manos se movían, pero no era porque hubieran comenzado a tejer un niño sino porque el niño se estaba cosiendo sólo. Sus ojos empezaron a contemplar cómo la plastilina iba convirtiéndose en su primera creación, la que había hecho hacía cuarenta años. No podía creer lo que veía pero sabía que esta vez la plastilina realmente había cobrado vida, ya que lo notaba en sus manos, sentía cómo sus dedos eran movidos por el roce de la plastilina al retorcerse. Cada una de sus obras se hacía y deshacía para formar la siguiente. Las sensaciones que recorrían su cuerpo eran todas las que había podido sentir a lo largo de su vida.
Cuando la plastilina se arrugó por última vez, en la ventana comenzaba a reflejarse la luz del tercer día. Había estado allí, sobre la cama con la plastilina en sus manos naciendo y muriendo, a lo largo de tres días. En ese momento tomó de nuevo conciencia de sí y se levantó dejando la plastilina sobre la mesita. Se acercó a la ventana y la abrió de par en par, dejando que la fresca brisa de la vida le mojara todo el cuerpo. Al contemplar la acuarela que el sol pintaba en el cielo, volvió a llorar mientras su cuerpo era recorrido por una plena felicidad.
Cuando apartó su ente de la ventana, volvió a posar su mirada en el montón de plastilina, intentando comprender el porqué de su vida. La plastilina pareció percibir sus ojos y comenzó de nuevo a moverse. Esta vez los movimientos tardaban tanto en culminar como lo que tardaban sus manos en realizarlos. La forma que se iba viendo hacer era aquella en la que había pensado la noche en la que la plastilina cobró vida. Cuando su visión ya era un espejo, comprendió que aquella cualidad de crear y deshacer vida era como un enigma buscado que acababa de ser rescatado por él mismo.
Por volar otro tiempo, cojea en el presente.
Su sinrazón es la razón de muchos y eso es lo que está
Talando su estribo.

Creó mil lunas para enfrentarse al sol,
Pero todas fueron ceniza.
Entregó sus lágrimas al mar para proteger sus sentimientos,
Pero no pudo evitar volver a llorar.

Deseaba pintar una hermosa acuarela y su pincel no seguía a su mano.
Su dibujo, su arte, su ilusión, no era lo dibujado.
Su verdad era la mentira y el engaño de todos.
Su visión era la de nadie. Su perdón si era suyo.

Atravesó un abismo llevando en sus bolsillos canciones por historias.
Se encontraron unas miradas y al quemarse pudo ver a través de otros ojos,
Cambiando su cuerpo de piel, saltando de una a otra.

Maquinó un asesinato hacia el sentido para desvelar su corazón,
Y consiguió hallar el sentido del sentido.
Se desnudó ante su alma y se reconoció.
Tenía un riñón que filtraba olvidos.
Unos pulmones que bebían fuego.
Un corazón apagado en sus llamas.
Una canción feliz.
Un recuerdo que debería olvidar.
Tenía una razón incomprendida.
Pero no lloraba. No me quejaba.
A veces reía, pero no lloraba.

Tengo, un riñón que ya no filtra.
Unos pulmones encharcados en fuel.
Un corazón-huevo.
Una canción melancólica.
Creo que, un olvido de lo que recuerdo.
Tengo un bolsillo lleno de mar.
Pero no lloro. No me quejo.
No lloro, por que cuando lloro, lloro en otros ojos.
En los que me miran.
Sonreír con el miedo a perder la risa.
Se aparta la visión pero los ojos se quedan ahí.
Romper la magia de la nostalgia y
Observar, con ojos ajenos, los llantos plateados.
Dormir con una almohada que sabe a otra nube.
Llorar sin conocer el motivo, y sentir algo sin notar qué es.
Amar un rostro conocido pero desconocido.
Desear algo ilógico con mucha ansia, y sentir que la vida no es.
Saber que el miedo existe.
Pensar en otro olvido.
Odiar sin motivo pero con rabia.
Desear algo utópico.
Sonreír ante las noticias.
Pensar que aún sé lo que sé y que sé sentir lo que siento.
Envuelto en colores,
Se encuentra.
Se precisa un abrazo,
El gris asombra.
Una caricia le roza.
Sorprende el pensar.
Un arrollo, inerte, penetra en el
Mar.
Estado de cosas que no son
Cosas.
Se hace el abrazo,
El interés se torna a comprensión.
Oír algo escuchado.
Cavilar sin comienzo de chispa.
Notar otra vida. Sentir.
Aroma que se saborea.
Corazón que sólo late.
Terminar el comienzo para
Empezar terminando.
Ojos que ríen y no saben
Llorar.
Árboles que se mueven a la orilla
De un sendero negro salpicado
De blancas vetas.
Entes que se cruzan sin verse,
Sin querer conocerse.
Tormenta de rostros sin gotas
De lluvia.
A un lado, en una esquina, en
El otro lado, se encuentra un
Rey en su trono sin ser
Reverenciado por nadie.
Existen melodías que vuelan
Por los muros. A pocos oídos toca.
La visión ha dejado, completamente,
Ciego a los ojos.